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Hambre real vs. hambre emocional: ¿Cómo diferenciarlos?

Comer es una necesidad básica, pero también una fuente de placer, consuelo y conexión. Por eso, no siempre lo hacemos por hambre real. Muchas veces comemos para aliviar emociones como la ansiedad, la tristeza o el aburrimiento. Reconocer la diferencia entre hambre real y hambre emocional es un paso fundamental para cuidar la salud física y emocional.


¿Qué es el hambre real?

El hambre real es la señal que envía el cuerpo cuando necesita energía y nutrientes. Suele aparecer de forma gradual y se acompaña de sensaciones físicas claras, como:

  • Ruidos o vacío en el estómago.

  • Falta de energía o concentración.

  • Irritabilidad o malestar si se demora la comida.

Cuando comemos por hambre real, solemos sentir saciedad natural al terminar, sin necesidad de comer en exceso.


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¿Qué es el hambre emocional?

El hambre emocional no tiene origen físico, sino psicológico. Es una respuesta a emociones difíciles de manejar —estrés, ansiedad, tristeza, soledad, enojo— que buscamos aliviar a través de la comida.

A diferencia del hambre real, el hambre emocional:

  • Aparece de forma repentina y urgente.

  • Se orienta a alimentos específicos, generalmente dulces o ultraprocesados.

  • No se calma aunque el estómago esté lleno.

  • Suele dejar una sensación de culpa o vacío después de comer.

En otras palabras, el hambre emocional no busca energía: busca alivio.


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El impacto del hambre emocional en el cuerpo y la mente

Comer para calmar emociones puede generar un ciclo difícil de romper.A corto plazo, puede producir sensación de bienestar o distracción, pero con el tiempo se asocia a:

  • Aumento de peso.

  • Dificultad para reconocer las señales de saciedad.

  • Problemas digestivos.

  • Ansiedad, culpa o frustración.

Esto no significa que esté “mal” comer por emoción —todos lo hacemos alguna vez—, sino que es importante entender cuándo sucede y por qué.


Hambre real vs hambre emocional OCMI

Cómo manejar el hambre emocional

Superar el hambre emocional no se trata de fuerza de voluntad, sino de escucha y acompañamiento.Algunas estrategias útiles son:

  • Pausar antes de comer: preguntarte “¿tengo hambre física o emocional?”.

  • Registrar emociones: anotar en qué situaciones aparece la necesidad de comer.

  • Buscar otras formas de alivio: hablar con alguien, salir a caminar, meditar o respirar profundo.

  • Evitar la restricción extrema: cuanto más rígida es la dieta, más fácil es caer en la alimentación emocional.

  • Buscar acompañamiento profesional.


El acompañamiento del equipo de nutrición y psicología de OCMI

En OCMI entendemos que alimentarse bien va mucho más allá de contar calorías. Por eso, nuestro equipo de nutrición y psicología trabaja de forma conjunta para ayudar a las personas a:

  • Identificar las señales reales del hambre y la saciedad.

  • Comprender los disparadores emocionales detrás de la comida.

  • Construir una relación más consciente y equilibrada con los alimentos.

El objetivo no es comer perfecto, sino encontrar equilibrio, aprendiendo a nutrir tanto el cuerpo como la mente.


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